jueves, 16 de abril de 2015

Los trabajadores locales despedidos: “No te dicen que es todo mentira”


El auge y caída del fracking en Dakota del Norte han atrapado a gente sin esperanza de trabajo ni escapatoria.
Image for Fracking Town's Laid-off Workers: 'They Don't Tell You It's All a Lie'
Viviendas para los trabajadores petroleros en Williston. Los bajos precios del crudo han provocado la ralentización de las perforaciones en la región.

Por lo que parece, La ciudad-boom americana está aun en auge. Grandes plataformas, hormigoneras y tanques de crudo todavía obstruyen las calles construidas para vehículos más ligeros. El aire todavía huele a diésel y todo está cubierto de polvo – todo ese tráfico- y llamas de gas natural, productos residuales de los pozos de petróleo desechados, todavía miran a las estrellas como hogueras.

Por no mencionar ese Walmart, aún la atracción más importante de la ciudad, que parece ser incapaz de arreglar lo de sus largas colas y sus estanterías vacías. 
 
Pero la vida en el centro del condado con más fracking, ha cambiado definitivamente. El flujo empleos que trajeron a miles de trabajadores preocupados por la recesión, buscando empleo en lo que solía ser un rincón tranquilo del oeste de Dakota del Norte, se ha secado en los últimos cinco años, aunque los desempleados han continuado viniendo.

En los suburbios, grupos de hombres pasan el tiempo en el Salvation Army (similar a Cáritas), viendo películas o buscando entre los anuncios de las páginas de empleo en los ordenadores. La biblioteca municipal principal está llena todo el día, todos los días, con desempleados en sus cubículos. Y cuando el Command Center, una agencia de trabajo temporal privada abre cada mañana a las 6 a.m., entre dos y tres docenas están esperando para cruzar la puerta.

Algunos de estos demandantes de empleo están durmiendo en sus camionetas, en sus casetas de herramientas, detrás de montones de basura al lado de las vías del tren, allá donde puedan acoplarse.

Hace solo unos años, la explosión del gas de pizarra en Williston hacía emanar los empleos. Entre 2010 y 2014, gracias al campo petrolero de pizarra de Bakken, era la ciudad pequeña con el crecimiento más rápido a nivel nacional. Williston casi triplicó su tamaño, de 12.000 a 35.000 habitantes. Pero el número de plataformas activas usadas para perforar nuevos pozos en Bakken, cayó a 111 en marzo, el número más bajo desde abril de 2010, según datos del estado. Los bajos precios del petróleo han provocado la ralentización de las perforaciones, y las compañías grandes y pequeñas han estado despidiendo trabajadores y reduciendo horas.

Los funcionarios de la ciudad lo pintan todo de rosa. Citan los informes del Servicio de Empleo de Dakota del Norte que mantienen que hay 116 trabajos en Williston para cada 100 residentes. Señalas a Dakota del Norte como segunda en el ranking de estados productores de petróleo (número dos, después de Tejas), llaman a la reducción de la producción un incidente pasajero y dicen que los campos petroleros están aún creciendo.

Pero los números de trabajos en la ciudad no encajan con la realidad de la calle. En Comand Center, los trabajos petroleros han caído un 10 por ciento desde el pasado otoño, dice Kyle Tennessen, el encargado del negocio. Agravando la escasez de empleos, los trabajadores petroleros despedidos están compitiendo por trabajos en la construcción y en todo lo demás, añade Tennessen.

Algunos inmigrantes ya se han marchado o lo están planeando, de acuerdo con las compañías de mudanzas. Informan de que hay menos gente alquilando furgonetas y camiones para venir a la ciudad y más trabajadores despedidos alquilando vehículos para irse fuera.

El resto se están convirtiendo en la versión de trabajadores temporales de Williston. Compiten por trabajos con salarios bajos como cogiendo basura, en lavanderías o fregando suelos, que les dan lo suficiente para comer pero no para permitirse un lugar para vivir (El apartamento medio de una habitación en Williston cuesta 2.395 dólares al mes).

Algunos viven en una habitación con varios más, poniendo recursos en común y compartiendo los costes. Otros no saben dónde van a dormir de una noche a la siguiente.

El Salvation Army ha ofrecido a los trabajadores que se hayan quedado atrapados, un billete de ida a sus hogares. Pero muchos de lo que buscan empleo parecen no querer irse – al menos, no hasta que puedan sacar algún éxito de su sacrificado traslado a un lugar con seis meses de invierno, el peor tráfico que hayan visto alguna vez y una población contrariada, si no deprimida.

Sacar pecho

Solo tienes que sacar pecho y esperar que las cosas mejoren”, dice Terry Ray Cover, un agricultor de 56 años y aprendiz de todos los oficios, que vino del sudeste de Iowa en un autobús de Greyhound en noviembre. Había oído que en Dakota del Norte llovían los trabajos.

No te dicen que es todo mentira” dice, sorbiendo café en el Salvation Army un frío día al inicio de marzo. “En algunos sitios publican ofertas y luego te dicen que no están contratando”.

Los trabajos para los que él ve anuncios, requieren certificados y carreras, “como ingeniería”. Ha encontrado algún trabajo en ranchos de ganado desde que llegó a Williston. Pero no ha trabajado en cuatro semanas, aunque va diariamente al Command Center. 
 
Cubierto, liado en un traje de ski, ha pasado las noches más gélidas del invierno (-7 grados centígrados) en un refugio de hojalata que descubrió a una distancia razonable a pie de Command Center, su mejor esperanza de empleo. Confía en el Salvation Army para su pan diario y para hacer nuevos amigos para la hora del pitillo.

Los hombres - son todos hombres- que pasan el tiempo en el Salvation Army por café, pan o cualquier tipo de objetos donados que pueda haber un día en particular (de 9 a.m. a 3 p.m.) vienen de todo el país incluyendo Iowa, Minnesota, Montana, Luisiana, New Jersey, y Washington D.C. Incluyen algunos inmigrantes africanos originarios de Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Senegal.

Pero sus historias son todas casi la misma. Oyeron que había trabajo en Williston y no estaban teniendo suerte en casa. Así que se montaron en sus camionetas o en un bus de Greyhound, y se encontraron con un duro despertar.

La mayoría de ellos hombres, cuyas edades van desde los treinta y pocos a los cincuenta y tantos, han pasado 10 noches, el máximo permitido, en un refugio de emergencia de 10 camas que el Salvation Army y una iglesia local han puesto en marcha, dejando 10 camas en un campo para trabajadores petroleros (el llamado man camp). Más de 100 hombres han solicitado una estancia en el refugio de emergencia desde que volvió a estar operativo en su segundo años en noviembre (estaba planeado cerrar el 31 de marzo, pero ha extendido su temporada debido a la demanda).

Aunque hay camaradería entre los trabajadores migrantes, estos muestran claramente su frustración y la habitación donde pasan el tiempo en el Salvation Army se muestra tensa y sombría. Hombres que han estado durmiendo fuera a la intemperie, o intentándolo, se envuelven en las esquinas para dormir de verdad. Los inmigrantes africanos tienden a andar juntos, pero muchos solitarios llenan la habitación.

Ali Singa, que se mudó a Dakota del Norte desde Nashville hace nueve meses, empezó en Fargo, haciendo 11 dólares por hora el día después de su llegada. Estuvo allí tres meses antes de marchar a Williston, donde había oído que podía hacer más dinero, suficiente para enviar a su mujer y tres hijos en Sierra Leona.
Encontró trabajo en una ciudad cercana en un área petrolera, Watford City, llevando agua, pero fue despedido en diciembre y no ha podido echarle el guante a otro trabajo. “La falta de trabajo me ha dejado atrapado aquí” dice Singa. “Ahora mismo, me estoy quedando en casa de amigos, estoy en una muy mala situación. Debes escribir esto en tu noticia: al mismo tiempo que están anunciando empleos, están despidiendo gente, y la gente sigue viniendo y viniendo.”

Singa, un profesor de francés en un instituto en su país natal, se fue a vivir a Washington D.C. desde Sierra Leona hace 10 años, buscando una vida mejor para su familia en su hogar. Pero después de ser despedido de su trabajo como maletero, no ha tenido mucha suerte con sus traslados.

Si me hubiera quedado en casa, ahora mismo estaría mejor”, dice. “Pero la esperanza me ha mantenido aquí, porque la esperanza es el pan del pobre ¿Por qué no puedo conseguir un trabajo? No tengo antecedentes, ni arrestos. Soy una buena persona. Es lo más extraño ¿Es por el color de mi piel? Le digo a la gente en mi hogar que no vengan aquí.”

Sigo buscando

Singa sale a encontrar trabajo cada mañana a las 5:30 y es normalmente el primero en llegar a Command Center. Pero los trabajos no se asignan al primer solicitante. Se dan basándose en formación y en puntuaciones dadas a los trabajadores por empleadores previos, dice Kyle Tennessen. Esto va en contra de los trabajadores más nuevos sin un historial de contratación.

En una mañana típica reciente, Tennessen repartió siete empleos de un día – trabajo en restaurantes, limpieza de una obra, mantenimiento – dejando a 22 personas que llegaron antes del amanecer sin trabajo por otro día.

Uno de ellos resultó ser una mujer. Luoise Provus de 50, vino de Spokane a Williston hace dos años con su marido, Randy Fleming de 57. “Los primeros dos años” dice, “tenía un trabajo en un local de limpieza en seco. En abril comencé a trabajar en una compañía de limpieza como doméstica. Pero eso es solo una vez por semana, así que sigo buscando.”

Fleming, que perdió una tienda de coches en Spokane en un incendio, ha estado buscando trabajo haciendo lo que sea. Pero no ha conseguido un trabajo permanente. “He echado como 40 solicitudes” dice. “He estado aquí toda la semana, Y algunos días, he estado aquí todo el día por si acaso. Venimos aquí a las seis y nos quedamos hasta las dos o las tres de la tarde. A esa hora cojo el pie exprés a casa.”

Él y su mujer están entre los más afortunados de entre los que acuden regularmente a Command Center. Han encontrado un apartamento en una zona residencial para la tercera edad subvencionada por 600 dólares al mes. Incluso así, dice Provus, tienen dificultades para pagar el alquiler. “Creo que voy a ir a la librería después de esto y voy a echar una solicitud en Walmart” dice. 
 
Walmart ha tenido el mismo cartel anunciando empleos a 17 dólares la hora por tres años, a pesar de la congelación del empleo.

Sé que es mucho decir,” dice Provus “Asegúrate de que si consigues un trabajo por ahí, no importa como de malo, mejor cógelo, porque es lo mejor que vas a conseguir.”

Traducción del artículo "Fracking Town's Laid-off Workers: 'They Don't Tell You It's All a Lie'" publicado en The Tyee el 10 de abril de 2015