Extraemos aquí unos parrafos del informe oficial sobre el que se basa la decisión anunciada por el gobernador Cuomo la semana pasada para prohibir la fractura hidráulica en el estado de Nueva York.
La fracturación hidráulica de alto volumen (fracking),
es una actividad compleja que podría afectar muchas comunidades en el estado de
Nueva York. El número de conjuntos de pozos y actividades asociadas con
fracking podría extenderse sobre amplias zonas geográficas en las cuales las
condiciones medioambientales y de población son variadas. La naturaleza
dispersa de la actividad magnifica la posibilidad de fallos en los procesos y
equipamiento, pudiendo potencialmente derivar en los problemas de salud asociados,
debido al riesgo acumulativo por exposición. Además, la relación entre el
impacto medioambiental del fracking y la salud pública es compleja y no
totalmente entendida. Estudios amplios y de larga duración, en particular
estudios longitudinales, que podrían contribuir a la comprensión de estas
relaciones no se han completado o incluso ni se han iniciado. En este caso,
pese a la evidencia de la información contenida en este informe de Salud
Pública, que demuestra que hay considerables dudas respecto al tipo de
consecuencias adversas para la salud que se asocian con el fracking, la
probabilidad de estas consecuencias negativas para la salud, y la falta de
efectividad de algunas de las medidas de atenuación, consistentes en la
reducción o prevención del impacto medioambiental podrían afectar negativamente
a la salud pública.
Mientras que no es posible garantizar una absoluta
seguridad, una evaluación del riesgo a la salud pública debe ir acompañada de
la adecuada información científica para determinar con seguridad que el riesgo
general es suficientemente bajo para justificar el fracking en Nueva York. La
información científica disponible es insuficiente. Es más, tanto las
publicaciones como la experiencia dejan claro que el fracking ha resultado en
impacto medioambiental potencialmente dañino para la salud pública. Hasta que
la ciencia proporcione información suficiente para determinar el nivel de
riesgo a la salud pública derivado del fracking y si los riesgos se pueden
manejar adecuadamente, no se debería proceder con el fracking en Nueva York.