Reproducimos el texto enviado por la científica y activista de Nueva York, Sandra
Steingraber, cabeza visible del movimiento NYAF (New Yorkers Against Fracking), que fue condenada junto con otros activistas a 15 dias de prisión el pasado 21 de noviembre por bloquear la entrada a las instalaciones de almacenamiento de gas de la empresa texana Crestwood, para protestar por la amenaza que suponen al lago Seneca, en el estado de Nueva York. Su entrada en prisión se produce al negarse a pagar la fianza. Su caso es uno más en el que la lucha por el fracking simboliza al tiempo la crisis energética y la democrática.
Por qué estoy en prisión
El
desayuno en la prisión del condado de Chemung
se sirve a las 5 a.m. Esta mañana—viernes
21 de noviembre de 2014—fue leche
con cereales más dos porciones del universalmente despreciado
“pastel del desayuno.” Junto
con las bandejas de la comida—que se
pasan entre los barrotes—llega la ronda
de medicamentos para las internas que los toman. Ahora viene mi parte
favorita del día en prisión —las dos
horas tranquilas entre el desayuno y las 7 a.m. antes
de que se encienda la televisión y nos ordenen hacer las camas y el
día ruidoso comience. Entre el fin del desayuno y las 7 a.m.,
la mayoría de las mujeres vuelven a dormir. Ahora
sólo puedo oír los sonidos de sus respiraciones—todos
ritmos diferentes—y, del lado más lejano
de la puerta de acero—las voces
ocasionales de los guardias, y las órdenes que reciben en sus
walkie-talkies.
Mientras,
mi cama ya está hecha y he convertido mi pequeño canasto de la ropa
para lavar—colocándolo al revés—en
una mesa para escribir. Y porque soy una escritora que está
escribiendo, estoy feliz.
También
estoy feliz porque sé que al escribir cumplo la promesa que le hice
a Ashley (no es su verdadero nombre)
que me trajo anoche un lápiz con punta nueva y
una pila de formularios médicos de las reclusas para usarlos para
escribir. Luego de escuchar mi historia—contada
a través de los barrotes de mi celda puesto que permanezco aislada
hasta que se conozcan los resultados de mis pruebas de tuberculosis
la próxima semana—Ashley dijo,
“Sé sobre ustedes los manifestantes del lago
Seneca. Leí en el periódico acerca del asunto. Pero sólo una vez.
Tienen que seguir luchando. Tienen que escribir al periódico. Lo puedes
hacer desde aquí, sabe. No puedes sólo quedarte sentada en tu celda
durante 14 días sin hacer nada. Tienes que
luchar.” Y luego ella se fue y me trajo
los papeles.
Sentada
en un banco fuera de mi celda—que está
soldado a la fila de barrotes más lejana—Ashley me
dió consejos gratis para el movimiento “Somos el lago Seneca”.
“No renuncien. Sigan escribiendo a los diarios.
Ellos siempre están buscando historias.” Ella
agregó, “Puede que sólo tenga 21
años, pero soy sabia en algunas cosas.”
Aquí
está la historia de Ashley: Fue arrestada
hace dos años —a los 19—por
robar una calabaza. Está ahora en prisión por violar la libertad
provisional. Ella tiene tres hijos—de
6, 4 y 2 años—que
se están quedando con su madre adoptiva en el condado de Allegany
hasta que ella salga de la cárcel. Ella saldrá
el día siguiente a Navidad. Mientras tanto, está estudiando para su
GED (examen de desarrollo de educación general) y
planea ir a la universidad.
La
mitad de las mujeres en mi pabellón están aquí por violar su
libertad condicional. Una cosa en la que todas están de acuerdo: Es
casi imposible ser una madre soltera que busca casa y trabajo, ambas
actividades requieren moverse y las normas de la libertad condicional
restringen la movilidad. Mejor cumplir la condena y después empezar
de nuevo.
Lo entiendo.
Y es una lógica que corre paralela a la mía. He llegado a creer que
una campaña exitosa de desobediencia civil como esta depende de la
voluntad de al menos algunos de nosotros de aceptar gustosos pasar
tiempo en prisión en lugar de otras condenas como por ejemplo pagar
multas.
Existen
cuatro razones para esto. Primero, muestra que respetamos la ley. En
mi caso, fui arrestada por ingresar sin permiso en la entrada de una
empresa de energía en Texas que tiene la única intención de
convertir las deterioradas minas de sal bajo las colinas en enormes
depósitos de productos obtenidos a alta presión a partir de la
fracturación hidráulica: metano, propano y butano. (La
parte del plan que involucra el almacenamiento de
metano ya ha sido aprobado por la Comisión federal de regulación de
energía). Incluso antes de construir la infraestructura para
almacenar este gas, Crestwood Midstream ha
contaminado el lago con sal, a niveles que exceden los límites
legales. La respuesta de Crestwood ha sido
pagar una multa y seguir contaminando. Por el contrario yo me niego a
pagar la multa para excusarme por mi crimen y por lo tanto acepté
las consecuencias legales de mis acciones.
Segundo,
al prolongar nuestro testimonio de desobediencia civil a la cárcel
demostramos la seriedad de la intención. Cuatro de los 17
manifestantes que han sido procesados como parte
de la campaña “Somos el lago
Seneca” han elegido la cárcel en lugar de
multas: Dwain Wilder, un veterano de 75
años de la marina que fue encarcelado el
día del veterano; Roland Micklem, un
quákero de 86 años que ahora está preso
en la cárcel del condado de Schuyler [Roland Micklem fue
liberado ayer debido a problemas de salud]; Colleen Boland, 58
años, sargento retirado de la Fuerza aérea que trabajó en la Casa
Blanca; y yo (Tengo 55
años, soy bióloga y escritora).
Colleen
ocupa la celda junto a la mía. Hablamos a través
de la pared. Colleen, Roland y yo estamos
tratando de descubrir qué nos servirán en la cena del Día de
acción de gracias.
Mediante
nuestra separación voluntaria de nuestras familias, mediante nuestro
sacrificio y aceptación del sufrimiento, mediante nuestra simple
ausencia, estamos diciendo que nos oponemos rotundamente a que
nuestra amada comunidad Finger Lakes se
transforme en un centro de fracturación hidráulica. Nos oponemos a
que una empresa con sede en Houston ocupe las márgenes del lago para
construir una infraestructura para explotar combustibles fósiles en
una época de emergencia climática y al hacerlo ponga en riesgo una
fuente de agua para el consumo de 100,000 personas.
Tercero,
al llenar las cárceles con madres, ancianos y
veteranos, de manera pacífica provocamos una crisis que no puede ser
ignorada por los medios y los líderes políticos. Por supuesto, la
desobediencia civil siempre es un método de último recurso, usado
cuando todos los demás se han agotado. Hemos dado vuelta todas las
piedras. Hemos hecho comentarios, escrito cartas, ofrecido
testimonios, presentado solicitudes de Libertad de información de
documentos secretos—sólo para ver
nuestras preocupaciones ignoradas. Nuestro encarcelamiento muestra
que el sistema regulatorio está destruido. Hasta ahora, en la
campaña del lago Seneca hubo 59 personas
arrestadas y en la mayoría de los casos
aún no ha habido sentencia. Habrá más de nosotros en la cárcel
antes de fin de año.
Y
la cuarta razón es esta: pasar tiempo en prisión es un momento de
transformación personal. Sola con un lápiz, algunos formularios
como papel para escribir, la biblia y tus propios pensamientos,
descubres que eres más valiente que lo que pensabas. Estás
cumpliendo una condena y el tiempo te da la oportunidad de dedicarte
al trabajo que es necesario hacer: desmantelar la industria de los
combustibles fósiles en los últimos 20
años que nos quedan, antes de que la crisis climática se adentre en un escenario calamitoso y del que no haya vuelta atrás.
Anoche
aprendí cómo crear una herramienta para cambiar los canales de
televisión, que suena del otro lado de dos hileras de barrotes.
Involucra envolver un periódico alrededor de un grupo de lápices y
endurecerlo con pasta de dientes.
Así
las mujeres de la cárcel del condado de Chemung—todas
madres—enfrentan las circunstancias de su
vida y desafían el status quo. Esas son
habilidades necesarias para todos nosotros. Como me dijo anoche
Ashley regañándome, mientras me pasaba un lápiz
afilado a través de los barrotes, “No
puedes quedarte ahí sentada durante 14 días.
Comienza a luchar.”
Traducción del artículo "Sandra Steingraber: Why I am in Jail" publicado el 21 de noviembre de 2014 en Ecowatch
NOTA: La activista fue finalmente liberada a los 8 dias de su encarcelación. Más información en:
http://ecowatch.com/2014/11/26/steingraber-boland-released-jail/