No
puedes luchar contra el cambio climático sin luchar contra el
capitalismo, afirma Klein en su libro Esto cambia todo. Klein
sostiene que los programas de comercio de emisiones de carbono crean
incentivos perversos, permitiendo a los fabricantes producir más
gases de efecto invernadero perjudiciales, con solo pagar para
reducirlos.También arremete contra opciones supuestamente limpias como el gas natural.
En sus
libros anteriores: La doctrina del shock (2007) y NO LOGO: EL Poder
de las marcas (2000), la escritora y activista canadiense Naomi Klein
aborda temas como la “terapia de shock” neoliberal, el
consumismo, la globalización y el “capitalismo desastre,”
documentando de manera extensa las fuerzas detrás del aumento de la
desigualdad económica y la degradación ambiental de los últimos 50
años. Pero en su nuevo libro, Esto cambia todo: Capitalismo contra
el clima, (en las tiendas a partir del 16 de septiembre) Klein
proyecta su mirada al futuro, argumentando que los peligros del
cambio climático exigen acciones radicales de manera inmediata para
prevenir una catástrofe.
Ciertamente
Klein no está sola al señalar lo urgente de la amenaza, pero lo que
la diferencia del resto es su argumento referido a que el
capitalismo—no el carbono—está en la raíz del cambio climático,
que nos conduce de manera inexorable hacia un Armagedón ambiental
en la búsqueda de lucro. Esto cambia todo, es un libro que vale la
pena leer completo, una o dos veces, pero a continuación presentamos
algunos de los puntos clave.
1. Las
soluciones de tipo parche no funcionan.
“Sólo
los movimientos sociales de masas pueden salvarnos ahora. Porque
sabemos hacia donde se dirige el sistema actual, si se deja sin
control.”
Gran
parte de la discusión que rodea al cambio climático se centra en lo
que Klein descarta como “soluciones del tipo parche”: arreglos
amigables con las ganancias como innovaciones tecnológicas de primer
nivel, planes que establecen topes a la cantidad de emisiones de
carbono y un mercado para las mismas, y alternativas presuntamente
“limpias” como el gas natural. Para Klein, dichas estrategias son
demasiado limitadas y tardías.
En su
interminable crítica de la participación de las corporaciones en la
prevención del cambio climático, ella demuestra cómo “soluciones”
beneficiosas propuestas por numerosos think-tanks (y las empresas que
los sostienen) realmente terminan agravando el problema. Por ejemplo,
Klein sostiene que los programas de comercialización de créditos de
carbono generan incentivos perversos, al permitir a los fabricantes
producir mayor volumen de gases de efecto invernadero perjudiciales,
solamente pagando para reducirlos. En el proceso, los esquemas de
comercialización de créditos de carbono han ayudado a las
corporaciones a ganar miles de millones -permitiéndoles obtener
beneficios con la degradación del planeta. En cambio, Klein afirma,
necesitamos liberarnos del fundamentalismo del libre mercado e
implementar planes a largo plazo, regulaciones más estrictas para
los negocios, más tributos, más gasto gubernamental en la materia y
sustituir las privatizaciones por el control público de la
infraestructura clave.
2.
Necesitamos arreglarnos nosotros, no al mundo
“El
planeta tierra no es nuestro prisionero, nuestro paciente, nuestra
máquina o, nuestro monstruo. Es todo nuestro mundo. Y la solución
al calentamiento global no es reparar el mundo, sino arreglarnos a
nosotros mismos”.
Klein
dedica un capítulo completo del libro a la geoingeniería: el campo
de investigación, liderado por un pequeño grupo de científicos, de
financiadores y figuras de los medios, que tiene como objetivo
combatir el calentamiento global alterando la tierra en sí misma --
cubriendo los desiertos con material reflectivo para enviar luz solar
de vuelta al espacio o incluso opacando el sol para reducir la
cantidad de calor que llega al planeta. Sin embargo, los políticos y
gran parte del público global han planteado inquietudes éticas, de
salud y ambientales respecto a estos experimentos científicos
propuestos para el planeta, y Klein advierte acerca de las
consecuencias desconocidas de crear “un mundo Frankenstein,” con
varios países lanzando proyectos de manera simultánea. En lugar de
restablecer el equilibrio ambiental, Klein afirma que estos
“arreglos tecnológicos” sólo perturbarán aún más el
equilibrio del planeta, creando un sinnúmero de nuevos problemas,
que demandarán una interminable cadena de ulteriores “arreglos.”
Klein escribe, “La tierra—el sistema que brinda sustento a la
vida—tendría que recurrir a una especie de respiración asistida,
conectada a máquinas de manera continua para evitar caer por
completo en algo monstruoso.”
3. No
podemos confiar en el financiamiento corporativo “bien
intencionado”.
“Una
gran cantidad cantidad de progresistas han abandonado el debate del
cambio climático, en parte porque pensaron que los grandes grupos
verdes, provistos de dólares provenientes de la filantropía, tenían
este asunto cubierto. Esa creencia, resultó ser un grave error.”
Klein
critica duramente los vínculos entre las corporaciones y los
principales grupos ambientalistas, así como también los intentos de
los “multimillonarios verdes” como Bill Gates y el fundador del
Grupo Virgin, Richard Branson de usar el capitalismo para combatir el
calentamiento global. Cuando la principal causa del cambio climático
es el capitalismo, según Klein, no tiene sentido esperar que las
corporaciones y los multimillonarios antepongan el planeta al lucro.
Por
ejemplo, aunque la Fundación Gates financia gran parte de los
principales grupos ambientales dedicados a combatir el cambio
climático, en diciembre de 2013, invirtió al menos $1.2 mil
millones en BP y ExxonMobil. Además, cuando los principales grupos
verdes se vuelven dependientes de los fondos de las corporaciones
impulsan una agenda corporativa. Por ejemplo, organizaciones como
Nature Conservancy (TNC) y el Environmental Defence Fund (EDF), que
han recibido millones de dólares de donantes corporativos
pro-fracking, como Shell, Chevron y JP Morgan, están promoviendo al
gas natural como una alternativa más limpia a los combustibles
fósiles, como el petróleo y el carbón.
4.
Necesitamos desinversiones y reinversiones.
“El
principal poder de la desinversión no reside en que a corto plazo
perjudica financieramente a Shell y Chevron, sino que erosiona el
permiso social del que gozan las empresas de combustibles fósiles y
presiona a los políticos para impulsar legislación dirigida a
reducir las emisiones en general.”
Los
críticos del movimiento de desinversión del carbono a menudo
sostienen que las desinversiones tendrán impacto mínimo en las
finanzas de los contaminadores. Pero Klein afirma que esta línea de
razonamiento se olvida de lo central, citando el argumento del
activista de la desinversión Cameron Fenton que sostiene que “nadie
está pensando que vamos a llevar a la bancarrota a las empresas de
combustibles fósiles. Pero lo que podemos hacer es destruir sus
reputaciones y quitarles su poder político.” Más importante, la
desinversión abre la puerta a la reinversión. Unos pocos millones
de dólares que no llegan a las manos de ExxonMobil o BP significa
dinero que puede ahora ser invertido en desarrollar infraestructura
verde o empoderar a las comunidades para relocalizar sus economías.
Y algunas instituciones como facultades, organizaciones benéficas,
fondos de pensión y municipalidades ya han recibido el mensaje:
Klein reporta que 13 escuelas profesionales y universidades
norteamericanas, 25 ciudades norteamericanas, alrededor de 40
instituciones religiosas y una gran cantidad de importantes
fundaciones se han comprometido a desinvertir en acciones y bonos
ligados a combustibles fósiles.
5.
Enfrentar el cambio climático es una oportunidad para abordar otros
asuntos sociales, económicos y políticos.
“Cuando
quienes niegan el cambio climático afirman que el calentamiento
global es una conspiración para redistribuir la riqueza, no lo hacen
(sólo) porque están paranoicos sino porque también están
atentos.”
En La
doctrina del shock, Klein explicó cómo las corporaciones han
explotado las crisis alrededor del mundo para beneficio propio. En
Esto cambia todo, ella sostiene que la crisis del cambio climático
puede servir como un llamado de alerta para la acción democrática
generalizada. Por ejemplo, cuando en 2007 un tornado destruyó gran
parte de Greensburg, Kansas, el pueblo rechazó los enfoques de
arriba hacia abajo para la recuperación a favor de esfuerzos de
reconstrucción basados en la comunidad que aumentan la participación
democrática y creó nuevos edificios públicos amables con el
medioambiente.
Hoy,Greensburg
es uno de los pueblos más verdes de EE.UU. Para Klein, este ejemplo
ilustra cómo las personas pueden usar el cambio climático como un
motivo para reunirse con el objetivo de construir una sociedad más
sostenible. También pueden, de hecho deben, generar una
transformación radical en nuestra economía: menos consumo, menos
comercio internacional, (parte de relocalizar nuestra economía) y
menos inversión privada, y mucho más gasto gubernamental destinado
a crear la infraestructura necesaria para una economía verde.
“Implícita en la transformación,” Klein escribe, “está una
mayor redistribución, para que más personas puedan vivir
cómodamente dentro de los límites de la sustentabilidad del
planeta.”
Traducción del artículo " 5 Crucial Lessons for the Left From Naomi Klein’s New Book" pulbicado en These Times el 21 de agosto de 2014