domingo, 23 de marzo de 2014

Perforando hacia la certeza: lo último en estudios sobre la salud alrededor del fracking


ProPublica hace un estudio de algunas investigaciones recientes sobre las posibles implicaciones sanitarias de la fracturación hidráulica.

Desde hace años, los ecologistas y la industria de la prospección de gas han tenido una batalla campal sobre las posibles implicaciones sanitarias de la fracturación hidráulica. Pero en gran medida, el debate, al igual que los pleitos emergentes y las diferentes regulaciones propuestas en numerosos países, se ha ralentizado por una falta de datos científicos. En 2011, cuando ProPublica informópor primera vez sobre los diferentes problemas sanitarios que afectan a la gente que vive cerca de las operaciones de prospección de gas, solo se habían publicado un puñado de estudios sanitarios. Tres años más tarde, la ciencia está lejos de llegar a un acuerdo, pero existe un creciente conjunto de investigaciones que deben tenerse en consideración.

A continuación, ProPublica ofrece una visión general de parte de ese trabajo. Los estudios incluidos no son en absoluto una revisión completa de la bibliografía científica. Existen otros que describen los productos químicos en los fluidos del fracking, emisiones a la atmósfera y la descarga de residuos. Algunos presentan resultados de estudios a escala comunitaria.
Además, todavía tiene que emprenderse un estudio sistemático a largo plazo de los efectos adversos de la prospección de gas en comunidades. Los investigadores han señalado la escasez de fondos disponibles para estudios a gran escala como un gran obstáculo para abordar este asunto.

Un análisis de estudios relacionados con la salud publicado el mespasado en Environmental Science & Technology concluía que la bibliografía científica actual presenta “tanto importantes preocupaciones como grandes incertidumbres que deben abordarse”.
Para algunos, esperar a más estudios para clarificar esas incertidumbres antes de adoptar salvaguardias más serias es erróneo y peligroso. Como resultado, varios investigadores y activistas locales han estado presionando para que haya una vigilancia más activa inmediatamente.

La industria, en su mayor parte, ha considerado que los estudios efectuados hasta la fecha (unos cuantos de ellos aseguran haber encontrado mayores tasas de enfermedad entre los vecinos cercanos a pozos de perforación) son mayormente anecdóticos y menos que convincentes.

El sector de la salud pública ha estado ausente de este debate”, explicaba Nadia Steinzor, investigadora en el “Proyecto sobre la responsabilidad en el Petróleo y el Gas” de la ONG medioambiental Earthworks.

Los departamentos de Sanidad solo han empezado a involucrarse en estados como Nueva York y Maryland, donde los reguladores respondieron a la insistencia general sobre los análisis de la salud pública y el medio ambiente antes de desistir en sus operaciones de fracking. Actualmente, los estados tienen una moratoria sobre el fracking.

De hecho, la comisaria sanitaria del estado de Nueva York Nirah Shah está llevando a cabo un análisis de los estudios sanitarios para presentárselo al Gobernador Andrew Cuomo antes de que tome una decisión sobre si permitir el fracking en el estado. No está claro cuando estarán disponibles públicamente los resultados del análisis.

Otros estados, como Pensilvania o Texas, en cambio han apoyado mucho más a la industria gasística. Por ejemplo, Texas ha estado concediendo permisos para el fracking a ritmo siempre creciente, mientras que al mismo tiempo la Comisión Texana sobre la Calidad Medioambiental, la agencia que vigila la calidad del aire, ha visto recortado considerablemente su presupuesto.

1. An Exploratory Study of Air Quality near Natural Gas Operations (Un estudio explicativo sobre la calidad del aire cerca de actividades para extraer gas natural.). Human and Ecological Risk Assessment, 2012. 
 
Este estudio, realizado en el condado de Garfield, Colorado, entre julio de 2010 y octubre de 2011, lo llevaron a cabo investigadores de The Endocrine Disruption Exchange, una organización sin ánimo de lucro que examina el impacto de una baja exposición a productos químicos en el ambiente y la salud humana.

En este estudio, los investigadores establecieron una estación de muestreo cerca de un pozo y recogieron muestras de aire cada semana durante 11 meses, desde que los pozos de gas se perforaron hasta después de que la producción comenzase. Las muestras presentan pruebas de 57 productos químicos diferentes, 45 de los cuales creían que podían afectar a la salud humana. 
 
En casi el 75 por ciento de todas las muestras recogidas, los investigadores descubrieron cloruro de metileno, un disolvente tóxico que la industria no había revelado anteriormente que estuviese presente en las actividades de perforación. Los investigadores se dieron cuenta de que el mayor número de productos químicos se detectaba durante la fase de perforación inicial. 
 
A pesar de que el estudio catalogaba los diferentes productos químicos encontrados en las emisiones a la atmósfera de las actividades de perforación, no señalaba los niveles de exposición y sus posibles efectos. Los niveles encontrados no excedían las normas actuales de seguridad, pero se ha debatido mucho sobre si las normas actuales no abordan de forma adecuada las amenazas sanitarias hacia las mujeres, los niños y los ancianos.

Losinvestigadores admitieron que su trabajo estaba comprometido por su falta de acceso total a las instalaciones de perforación. Las muestras de aire se recogieron en una estación cercana a lo que se conoce como plataforma de pozos, pero no en la plataforma en sí.

La industria de la perforación de gas ha buscado limitar la divulgación a los investigadores de información sobre sus actividades. Han rechazado revelar públicamente los productos químicos que se emplean en el fracking, han conseguido el secreto de sumario en casos legales y han restringido la capacidad de los investigadores para acercarse a sus lugares de trabajo. En un caso muy publicitado delaño pasado, se impuso secreto de sumario para toda la vida a dos niños que formaron parte de un caso legal que acusaba a una compañía de gas de actividades de fracking inseguras que les provocaron caer enfermos.

En 2009, la Independent Petroleum Association of America (asociación independiente estadounidense del petróleo) comenzó Energy in Depth, un blog que hace frente a activistas que están luchando para prohibir el fracking y desafía a las investigaciones que de algún modo representan el fracking como inseguro.

Energy in Depth respondió a este estudio del condado de Garfield y criticó la falta de una metodología apropiada. Esa publicación en el blog también cuestionaba la objetividad de los investigadores, afirmando que “ya estaban decididos”.

La industria también ha estado realizando su propia serie de estudios. El año pasado, por ejemplo, un estudio financiado por la industria sobre las emisiones de metano de los pozos del fracking se publicó en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Concluía que solo cantidades muy pequeñas de metano, un conocido contribuyente del cambio climático, se estaba emitiendo a la atmósfera durante las actividades de fracking.

El estudio fue duramente criticado por el investigador de la Universidad de Cornell Robert Howarth, que dos años antes había publicado un trabajo que aseguraba que las emisiones de metano en las actividades de extracción de gas de esquisto eran mucho más significativas. “Este estudio se basa solo en la evaluación de recintos y periodos elegidos por la industria”, proclamaba.

2. Birth Outcomes and Natural Gas Development (Resultados en los nacimientos y desarrollo del gas natural). Environmental Health Perspectives, 2014.
Este estudio examinaba a bebés nacidos entre 1996 y 2009 en zonas rurales de Colorado (el estado ha sido el centro del fracking durante más de una década). Lo realizó la Escuela de Salud Pública de Colorado y la Universidad de Brown.

El estudio afirmaba que las mujeres que vivían cerca de los pozos de gas tenían más probabilidades de parir hijos con una variedad de defectos, desde hendiduras bucales hasta problemas de corazón. Por ejemplo, aseveraba que los bebés nacidos de madres que vivían en áreas con muchos pozos tenían un 30 por ciento más de probabilidades de sufrir defectos cardiacos congénitos.

Los investigadores, en cambio, no pudieron incluir datos sobre salud maternal, asistencia prenatal, genética y una multitud de otros factores que se ha demostrado que aumentan el riesgo de defectos al nacer porque esa información no se había hecho pública. Una crítica común hacia muchos estudios científicos es que no analizan en profundidad la posibilidad de otros factores contribuyentes.

De esta manera, el estudio ha sido atacado tanto por la industria como por funcionarios de salud pública del estado. En una declaración, el Dr. Larry Wolk, el Director de la sanidad del estado, afirmó que “la gente no debería apresurarse a juzgar” ya que “muchos factores que se sabe que contribuyen a los defectos al nacer se ignoraron” en el estudio.

Pero Lisa McKenzie, una de las autoras principales del estudio, argumentó que el trabajó sí tenía valor. “Lo que creo que nos está diciendo el estudio es que debemos investigar más para ir descubriendo lo que ocurre y ver si estos primeros estudios resisten cuando hagamos investigaciones más pujantes”.

En Pensilvania, Elaine Hill, una estudiante de postgrado de la Universidad de Cornell, obtuvo datos sobre pozos de gas y nacimientos entre 2003 y 2010. Entonces comparó el peso de los bebés al nacer en áreas de Pensilvania donde se había permitido un pozo pero no se había perforado y áreas donde se habían perforado pozos. Hillhalló que los bebés nacidos de madres que vivían a menos de 2,5 kilómetros de instalaciones de perforación de gas tenían un 25% más de probabilidades de tener un bajo peso al nacer en comparación con aquellos nacidos en áreas sin perforaciones. Se considera que los bebes tienen un bajo peso al nacer si están por debajo de los 2.500 gramos.

El trabajo de Hill todavía lo está revisando una revista científica, proceso que podría llevar tres o cuatro años.

3. Health Risks and Unconventional Natural Gas Resources (Riesgos para la salud y recursos de gas natural no convencionales). Science of the Total Environment, 2012.

Entre enero de 2008 y noviembre de 2010, investigadores de la Escuela de Salud Pública de Colorado recogieron muestran de aire en el condado de Garfield, Colorado, que había experimentado actividades intensivas de perforación. Los investigadores hallaron la presencia de numerosos hidrocarburos, incluido benceno, trimetilbenceno y xileno, los cuales se ha demostrado que plantean riesgos para la salud a ciertos niveles. Los investigadores mantuvieron que los que vivían a menos de un kilómetro de un pozo de gas tenían un mayor riesgo de sufrir problemas de salud. El estudio también encontró un ligero aumento en el riesgo de padecer cáncer y afirmaba que la exposición al benceno contribuía en gran parte a este riesgo.

Según los datos que teníamos, parecía que la fase final del pozo era el mayor contribuidor a estas emisiones”, afirmaba Lisa McKenzie, autora principal del estudio.

Durante la fase final de la perforación, una mezcla de agua, arena y productos químicos se lanza por el pozo a gran presión, la cual es devuelta hacia arriba. La mezcla que regresa, que contiene materiales radiactivos y parte del gas natural de la formación geológica, se supone que es recogida. Pero en ocasiones la mezcla vuelve a una presión mayor que la que puede resistir el sistema y el exceso de gas se suelta directamente a la atmósfera.

Creo que deberíamos centrarnos en el problema completo de principio a fin porque gran parte de los posibles riesgos no están alrededor del propio paso de fracturación hidráulica”, aseguraba John Adgate, jefe del Departamento de Medio Ambiente y Salud Laboral de la Escuela de Salud Pública de Colorado y co-autor del estudio.

Energy in Depth, el blog de la industria, respondió en detalle a esteestudio y citó varias “aportaciones malas” que habían afectado a los resultados del estudio. Se criticaron las hipótesis de los investigadores y los datos. Por ejemplo, los investigadores habían asumido que los residentes en Garfield se quedarían en el condado hasta la edad de 70 años para estimar el periodo sobre el cual se expondrían a las emisiones. “A menos que la ‘ciudad’ sea en realidad una cárcel, esta es una hipótesis fundamentalmente errónea sobre el período y la extensión de exposición”, proclamaba Energy in Depth.

Traducción del artículo "Drilling for Certainty: The Latest in Fracking Health Studies" publicado en Propublica el 5 de marzo de 2014

Traducido por Manuel Escudero Escudero, miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es voluntarias/os de Ecologistas en Acción